¿Cómo impacta en la biodiversidad el consumo de productos locales?
Primero la Tierra

¿Cómo impacta en la biodiversidad el consumo de productos locales?

Los cultivos locales o tradicionales son poblaciones dinámicas de una especie cultivada que tienen un origen histórico, son reconocibles, es decir, tienen una identidad propia y no han sufrido procesos formales de mejora genética. Entonces,…

¿QUÉ SON LAS VARIEDADES LOCALES Y POR QUÉ SE PIERDEN?

Desde los inicios de la agricultura, hace más de 10.000 años, el hombre ha modificado el ambiente en beneficio propio, y la selección hasta entonces natural se complementó con la humana, apareciendo las primeras variedades cultivadas. De forma progresiva, las modificaciones producidas en el material originalmente silvestre, se transmitieron de generación en generación dando lugar a una gran agrobiodiversidad adaptada a diferentes ambientes climáticos, edáficos y culturales.

Esta selección se mantuvo hasta la llegada de la mejora genética científica y, la aparición de variedades más homogéneas y altamente productivas reemplazaron a muchas variedades tradicionales produciendo una pérdida del cultivo de muchas variedades locales que se conoce como erosión genética, difícil de cuantificar.

Según la FAO, cada año desaparecen miles de variedades vegetales de interés para el sector agrario y calcula que el 75% de la diversidad genética agrícola se perdió entre 1900 y 2000.1 La principal causa contemporánea ha sido la generalización de la agricultura comercial moderna. La consecuencia de la introducción de nuevas variedades de cultivos, con una estrecha base genética, ha sido la sustitución y la pérdida de variedades tradicionales de los agricultores, que se caracterizan por su elevada diversidad.

La humanidad ha sufrido las consecuencias de esta pérdida de biodiversidad en diversas ocasiones, un ejemplo clásico es la denominada “Gran hambruna irlandesa de la patata”2 que se produjo a causa de una enfermedad que arrasó este cultivo durante la década de 1840. La dependencia de la población de este cultivo único y la falta de diversidad genética entre las plantas de patata fueron los motivos de los efectos devastadores de esta enfermedad, producida por el hongo Phytophtora infestans. Más recientemente, otro ejemplo de esta vulnerabilidad lo encontramos en el cultivo del plátano. Aunque existen más de 1.000 variedades de plátanos producidos y consumidos localmente, a nivel mundial se apostó por la comercialización en exclusiva del plátano tipo Cavendish. El monocultivo se debe a que es la manera más fácil de abaratar costes, lo que a su vez constituye una parte fundamental del problema al dejar el sistema alimentario peligrosamente vulnerable a epidemias y enfermedades, como la causada por el hongo del suelo del género Fusarium. 

IMPORTANCIA DE LA BIODIVERSIDAD, ¿QUÉ PODEMOS HACER PARA REINTRODUCIRLOS?

 “Utilizar la biodiversidad agrícola para que no se pierda” es uno de los mensajes clave del informe de la FAO sobre el estado de los Recursos Fitogenéticos en 20103, que pervive en  el Pacto Verde Europeo, en el que se incluyen estrategias sobre la Biodiversidad4 como “De la granja a la mesa”, 5 o las incluidas en la Agenda 20306 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Con ellas, se pretende evitar la pérdida de biodiversidad en Europa y en el mundo, contribuir a la sostenibilidad competitiva de los sistemas alimentarios y a la protección de la salud humana y planetaria, sin olvidar los medios de subsistencia de todas las partes en la cadena de valor alimentaria. 

En España, el grado de utilización por los agricultores de las variedades locales y cultivares antiguos quedó reflejado hace 25 años en el Informe Nacional para la Conferencia Técnica Internacional de la FAO sobre los Recursos Fitogenéticos (Lepzig, 1996) elaborado por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA)7, que establece que la utilización de las variedades locales y cultivares antiguos es diferente según el cultivo de que se trate. Si hablamos de hortalizas, mientras que en los cultivos destinados al comercio, ya sea de interior o de exportación, predominan las variedades mejoradas, en huertos familiares y de autoconsumo perdura más el uso de variedades locales. Pero estos huertos suelen ser cultivados por personas de edad avanzada, y cada vez es más frecuente que adquieran semillas comerciales en lugar de reservar simiente de la propia cosecha, por lo que el cultivo de variedades locales está en retroceso. Desde entonces, esta situación se ha ido agravando y la mayor parte de las variedades locales se han dejado de cultivar.

Para evitar este problema, existen los bancos de germoplasma, que son infraestructuras fundamentales para la conservación de la diversidad genética ex situ, es decir, fuera de su zona tradicional de cultivo. Existen varios estudios realizados para valorar el estado de utilización de los recursos conservados en el Banco de Germoplasma Hortícola de Zaragoza (BGHZ) que indican que en los últimos 30 años se ha perdido una parte importante de la biodiversidad. Un estudio llevado a cabo en la Comarca de la Hoya de Huesca mostró que, al menos, el 37% de los recursos conservados en el banco se han dejado de cultivar y probablemente este porcentaje será muy superior8. Otro estudio realizado con la colección aragonesa de garbanzos arrojó resultados muy similares. En él, se intentó localizar a los donantes de las muestras originales de la colección, lo que ya no fue posible en el 20% de los casos. Los donantes o mantenedores de las semillas localizados fueron, en general, personas de avanzada edad sin relevo generacional, por lo que se prevé que la mayor parte de la colección se dejará de cultivar en un corto periodo de tiempo9. Estos ejemplos demuestran que muchas variedades locales se habrían perdido para siempre si no existieran los bancos de germoplasma.

Actualmente, existe un interés por la recuperación del cultivo in situ de estas variedades (también denominada conservación on farm o en finca) y los agricultores y las entidades sensibilizadas con su recuperación pueden acudir a los bancos de germoplasma para solicitar el material de partida para llevar a cabo estos proyectos. Además, la biodiversidad conservada en los bancos también constituye la materia prima para la obtención de nuevas variedades mejoradas por parte de investigadores y mejoradores genéticos.

ALGUNOS EJEMPLOS COLABORATIVOS

En la recuperación de la biodiversidad cultivada se impone actualmente la mejora participativa, dónde los diversos agentes de la cadena de valor actúan y opinan en este proceso. 

En Aragón, el Tomate Rosa de Barbastro y la Cebolla Dulce de Fuentes son dos ejemplos de variedades locales que gozan de una gran reputación y cuyo cultivo se ha incrementado en gran medida en los últimos años. Su éxito se ha basado en una mejora participativa en la que se han involucrado agricultores, cooperativas, comercializadores, investigadores, restauradores, consumidores y diversas instituciones locales. En el trascurso de este proceso, la Cebolla Dulce de Fuentes consiguió la distinción de Denominación de Origen Protegida “Cebolla Fuentes de Ebro”10 , marca de calidad que garantiza la trazabilidad y autenticidad del producto, lo que facilita al consumidor su identificación inequívoca en el mercado; además se obtuvo una semilla seleccionada, considerando parámetros productivos y de calidad.11

LOS CONSUMIDORES PODEMOS SER PARTE DE LA SOLUCIÓN

Los consumidores, con nuestra decisión de compra, podemos influir en gran medida en la forma en que se producen los alimentos con los que llenamos nuestra cesta, favoreciendo el cultivo de variedades locales, ya sean de nuestra propia zona o, por qué no, exportándolas.

La información de la que disponemos como consumidores condicionará nuestra decisión de compra. Un trabajo realizado con zanahorias moradas para evaluar su aceptación por parte de los consumidores ilustra este aspecto. En general los consumidores sentían un rechazo inicial a este producto, ¿una zanahoria morada? ¡qué habrán hecho para obtenerla!, desconocían que en origen las zanahorias eran de color blanco, amarillo o morado, surgiendo con posterioridad las populares zanahorias naranjas. Cuando se proporcionó información al consumidor de que se trataba de una zanahoria procedente de una variedad local, en riesgo de erosión genética y producida en Teruel (una provincia aragonesa gravemente afectada por la despoblación y las condiciones meteorológicas extremas), la aceptación del producto aumentó. Y este incremento fue mayor cuando se informó además sobre los beneficios de su consumo para la salud, dado que el color morado se debe a pigmentos antociánicos con reconocidas propiedades antioxidantes.

Para sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de la conservación y utilización de los recursos locales se desarrolló el proyecto de ciencia ciudadana Embajadores de la Biodiversidad. Esta iniciativa parte del Banco de Germoplasma Hortícola del CITA, que almacena más de 17.000 muestras, principalmente de variedades locales o tradicionales. El proyecto ha permitido estudiar el comportamiento, evolución y rendimiento de las variedades locales conservadas en el banco en sus zonas de origen. En él, agricultores/as y centros escolares se convierten en protagonistas como “embajadores de semillas”. Para los escolares es especialmente interesante ya que adquieren nuevos conocimientos y habilidades, entran en contacto con el método científico de forma práctica y atractiva, y aprenden sobre el ciclo reproductivo de la planta y sobre la biodiversidad local. Para los agricultores y agricultoras puede suponer un redescubrimiento de estas variedades hortícolas locales, potenciando la recuperación de estos productos con valor añadido12.

En definitiva, resulta fundamental una agricultura que preserve y fomente la biodiversidad. Como consumidores, podemos ser parte de la solución, está en nuestra mano optar por el consumo local, de proximidad y de temporada, lo que sin duda favorece la biodiversidad cultivada. En este sentido, la creciente demanda de productos de proximidad y con sabor, la adaptación de la biodiversidad a políticas de desarrollo sostenible y de cultivo ecológico y el reconocimiento de las marcas de calidad, suponen una oportunidad para la recuperación de la biodiversidad cultivada, en parte conservada ex situ en los bancos de germoplasma.

¿Y tú? ¿Consumes variedades locales? Cuéntanos tu experiencia en comentarios.

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