El impuesto sobre el Carbono en los alimentos
El Futuro

El impuesto sobre el Carbono en los alimentos

Hasta hace poco, la gran mayoría de las acciones destinadas a minimizar el cambio climático se han centrado en la descarbonización de la energía y el transporte, pero dado que la producción y el consumo de alimentos representan alrededor del 20% de las emisiones en el Reino Unido, los científicos creen que nuestras dietas merecen más atención y que un impuesto sobre el carbono en los alimentos ayudarían a mitigar este enorme coste para el medio ambiente.

¿QUÉ ES EL IMPUESTO SOBRE EL CARBONO Y POR QUÉ ES NECESARIO?


La mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con los alimentos no son el resultado del uso de combustibles fósiles, sino de actividades biológicas como el metano producido por los rumiantes durante la digestión y las emisiones de óxido nitroso de los suelos fertilizados, así como la liberación de CO2 a través de la transformación de la tierra. Si bien los impuestos sobre el carbono y el esquema de comercio de emisiones (ETS, siglas en inglés) de la Unión Europea ya se han implementado en más de 40 países, incluidos todos los estados de la UE, estos representan tan solo una pequeña proporción de las emisiones relacionadas con la producción y el consumo de alimentos, y ningún país ha introducido todavía un impuesto sobre el carbono específico.3,4,5
 
Es por esta misma razón que la Alianza de Salud sobre el Cambio Climático del Reino Unido, una coalición de comunicaciones y campañas de 21 organizaciones de salud, de la cual forman parte Colegios Oficiales de Médicos y Enfermeros,  Facultades de Salud y la revista médica británica The Lancet , están pidiendo la implementación del llamado 'impuesto sobre el carbono', una tasa que se impondrá a los productores de alimentos de acuerdo con la huella de carbono de sus productos.1
 
Según Nicky Philpott, el director de la Alianza de Salud sobre el Cambio Climático del Reino Unido, en una entrevista concedida, explica: 'Ahora se reconoce ampliamente que será imposible mantener las temperaturas globales en niveles seguros a menos que se produzca una transformación en la forma en que el mundo produce y consume alimentos, lo que representa más de una cuarta parte (26%) de las emisiones globales totales de gases de efecto invernadero'.

 

¿CREAR ESTE IMPUESTO ES LA MEDIDA QUE SE NECESITA?

La historia sugiere que los incentivos fiscales suelen ser muy eficaces para lograr cambios, incluso cuando la educación y otras medidas han fracasado. El Impuesto a la Industria de Bebidas Gaseosas (SIDL), o el 'impuesto al azúcar', implementado en Reino Unido en abril de 2018, llevó a más de la mitad de los productores de bebidas a reformular sus productos para obtener recetas con menos azúcar y a una reducción general del 30% en los azúcares consumidos solo en los refrescos. También, se observan beneficios similares cuando es el consumidor quien paga la prima, lo que lleva a un cambio en los comportamientos de compra, como se demostró con el establecimiento de un precio mínimo por unidad de alcohol en Escocia, así como con el impuesto a las bolsas de plástico en Reino Unido, que llevó a una disminución del 86% en bolsas de plástico de un solo uso.6,7,8

Los ejemplos de investigaciones en otros países también respaldan la eficacia de dicha política; un estudio realizado en Suecia analizó las emisiones producidas por siete productos diferentes procedentes de animales (carne de ternera, cerdo, pollo y cuatro alimentos a base de lácteos) y aplicó un impuesto hipotético sobre los mismos de acuerdo con su coste ambiental. Con solo aplicar impuestos en estos siete productos, el estudio reveló una posible disminución del 12% en las emisiones relacionadas con la ganadería.9

¿CÓMO SERÍA EL IMPUESTO SOBRE EL CARBONO?


Con la noción propuesta recientemente por la Alianza de Salud sobre el Cambio Climático del Reino Unido, y aún sin noticias del gobierno sobre si realmente se está considerando, a día de hoy no está claro exactamente cómo se calcularía el impuesto y cómo se clasificarían los productos. Una de las formulaciones más simplistas sería que los tipos de alimentos se gravasen en proporción a sus emisiones.
Bajo esta premisa, en lugar de considerar los matices y diferencias entre los tipos de productos o sistemas de producción, todos los productos lácteos, por ejemplo, estarían sujetos al mismo nivel de impuestos. Otra posibilidad sería que se identificaran ciertos tramos impositivos de manera que todos los alimentos considerados como 'altos emisores' sufran el mismo nivel de impuesto, que los que se consideran 'emisores moderados' graven algo menos, y los identificados como 'emisores bajos' estén potencialmente exentos.6

EFECTOS POTENCIALES DE UN IMPUESTO SOBRE EL CARBONO

Sin embargo, el impacto medioambiental de los alimentos es un asunto muy complejo. Con tantos pasos en la cadena de suministro, así como las emisiones derivadas a tener en cuenta, tener un solo impuesto aplicado a todos los productos del mismo tipo, independientemente de los sistemas de producción individuales, corre el riesgo de crear una política reduccionista que probablemente discrimine injustamente a ciertos productores, a la vez que difunda información errónea al consumidor.
Según esta complejidad, la Alianza parece estar proponiendo quizás lo que podría considerarse la más amplia y justa de las opciones posibles. Todos los productores de alimentos estarían sujetos a una tasa, y cada alimento tendría asociado el impuesto de acuerdo con su propia huella individual, según las bases de datos existentes y en curso. Bajo este sistema, todo lo que va desde la producción, el procesamiento, el envasado y el transporte, se tomaría en consideración y contribuiría a la tasa final impuesta a ese alimento.1

EL DINERO: ¿QUIÉN PAGARÁ EL PRECIO DE UN IMPUESTO SOBRE EL CARBONO?

Si bien la Alianza establece que, en un principio, el impuesto debe recaer en el productor, es probable que muchos de ellos opten por compensar estos costes incrementados, al menos parcialmente, aumentando el precio que los minoristas y, en último lugar, los clientes pagan por sus productos. Este tipo de efecto goteo podría desempeñar un papel importante en la medida en que el impuesto podría generar cambios.
Si bien cobrar impuestos a los agricultores y productores es un incentivo para lograr un cambio a nivel de producción, la evidencia histórica indica que los incentivos financieros a nivel del consumidor son altamente efectivos para lograr un cambio de comportamiento, lo que refleja que un aumento en los precios podría llevar a los consumidores, aunque no sea por gusto, a hacer elecciones dietéticas más respetuosas con el medio ambiente. Si bien maximizar este beneficio será clave para generar cambios suficientes, el gobierno también debe tener en cuenta y mitigar cualquier impacto en la distribución que pueda afectar de manera desproporcionada a las personas con bajos ingresos.1
 

¿DÓNDE IRÁN LOS INGRESOS FISCALES?

En la otra cara de la moneda, es importante considerar a dónde podrían ir los ingresos del impuesto y cómo podrían usarse para incentivar positivamente a los agricultores, alentando y recompensando el cambio, en lugar de depender únicamente de los costes incurridos en la política para producir cambios. Esto podría organizarse de forma que el gobierno desarrolle esquemas de subsidios para acciones positivas para el clima, como la plantación de árboles, así como también destinar parte del dinero a acelerar los programas existentes, como el esquema de Gestión Ambiental de Tierras, donde los agricultores se puedan ver recompensados financieramente por tomar acciones orientadas a proporcionar 'bienes públicos' como aire limpio, agua limpia y la protección de la vida silvestre.1, 10

¿CUÁNDO VEREMOS LOS IMPUESTOS SOBRE EL CARBONO?


La petición de un impuesto sobre el carbono es la última de una serie de recomendaciones hechas por la Alianza en su reciente informe 'Todos consumimos: construir un sistema alimentario más saludable para las personas y el planeta'. Los cambios, que la Alianza considera necesarios para cumplir nuestros compromisos con el Acuerdo de París, incluyen el aumento de la información y el asesoramiento público, el etiquetado medioambiental obligatorio y el fin de la práctica de las promociones de 'compre uno y llévese otro gratis' como medio para reducir el desperdicio alimentario en casa y utilizar el poder adquisitivo del estado en lugares como las escuelas y el Servicio Nacional de Salud (NHS) de Reino Unido para transformar el mercado, cambiar los comportamientos alimentarios y aumentar el suministro de alimentos sostenibles. El impuesto sobre el carbono debería ser una opción final, solo aplicable si la industria alimentaria no ha aprobado las otras recomendaciones para 2025.1


¿Aceptarías un impuesto sobre el carbono en España? ¿Crees que un impuesto sobre el carbono en los alimentos es el medio adecuado para lograr este objetivo? ¿Qué otras acciones podrían tomar el gobierno y la industria alimentaria para lograr el cambio necesario?

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