Carne cultivada: ¿Es mejor que la auténtica?
Primero la Tierra

Carne cultivada: ¿Es mejor que la auténtica?

Más de 60 empresas emergentes en todo el mundo afirman que pronto venderán carne cultivada creada en un laboratorio que sabe tan bien como la del ganado de granja. ¿Qué contiene esta carne alternativa cultivada en un laboratorio? ¿Y qué se supone que es este producto que salva al planeta de la crueldad?

¿QUÉ ES LA CARNE CULTIVADA?


 

A menudo conocida como 'carne cultivada en laboratorio', 'carne in vitro', 'carne sintética' e incluso 'carne artificial', la carne cultivada es una alternativa novedosa a la carne de granja convencional. En esencia, es un producto de origen animal que se parece mucho a la carne que conocemos y nos gusta en la mayoría de las poblaciones occidentales, pero con una diferencia importante, se cultiva en un laboratorio en lugar de en el campo.

En lugar de criar animales y enviarlos al matadero, se toma una muestra de músculo del animal (puede ser cualquier animal, normalmente, vacas, pollos y cerdos), de donde se extraen las células madre. Estas proliferan y luego se diferencian las fibras musculares. Cuando tengan una masa suficientemente grande, estas fibras formarán un tejido muscular completo, muy parecido a lo que obtendríamos del ganado de granja. Después, esto puede manipularse, mediante la adición de grasas, sabores y modelado físico, para intentar replicar el tipo de carnes que vemos en los estantes de los supermercados hoy en día. 1

PERO, ¿POR QUÉ CULTIVAR CARNE EN UN LABORATORIO?


 

Los métodos actuales de producción de carne han dado como resultado una disminución significativa del valor nutricional de la carne, un aumento de enfermedades transmitidas por alimentos y un agotamiento devastador de los recursos naturales. Además de esto, se cree que los procesos actuales de producción de carne son uno de los principales contribuyentes al daño ambiental casi irreversible a través de la contaminación, la deforestación y diversas emisiones de gases de efecto invernadero. Si se continúa con la trayectoria actual, se prevé que para 2050 las industrias cárnicas y lácteas superarán a los combustibles fósiles como los más contaminantes del mundo.2

De acuerdo con esta realidad aterradora, varios estudios han informado recientemente de que la forma en la que nosotros, como individuos y consumidores, podemos disminuir nuestra huella en el planeta, es comer más alimentos vegetarianos o incluso veganos. Por ello, muchas más personas eligen seguir tendencias como el movimiento Lunes sin carne y Veganuary (Enero Vegano), o avanzar hacia una dieta basada por completo en vegetales. Además de aumentar la demanda de fuentes alternativas de proteínas, existe un creciente movimiento de personas que optan por evitar los productos de origen animal por razones éticas y preocupaciones por el bienestar animal.

La llamada carne artificial cumple con estos requisitos, por decirlo de alguna manera. Al cultivar carne comestible a partir de un grupo de células regenerativas, podemos tener un producto fácilmente reproducible que sabe igual de bien, a la vez que cuenta con el mismo valor nutricional que la carne convencional. Todo esto, a un coste drásticamente más bajo tanto para el medio ambiente como para el animal en cuestión.1 

¿DE VERDAD ES LA CARNE CULTIVADA MEJOR QUE LA CARNE CONVENCIONAL?


 

Una de las compañías que lidera este movimiento de 'carne artificial o carne más limpia' afirma que una sola muestra de tejido bovino podría producir hasta 36 287,39 kilogramos. Por el contrario, una sola vaca criada y sacrificada para carne convencional produciría alrededor de 200 kg de carne, lo que equivaldría a alrededor de 1 000 hamburguesas del mismo tamaño. Suponiendo que este sea el caso, una sola muestra de tejido podría generar la misma cantidad de carne que 80 vacas.3

Basándonos solo en esos números, sería difícil no ver el beneficio ético de optar por la carne de laboratorio a favor de la que se cultiva en el campo. Pero por desgracia, esa no es toda la historia. El proceso de proliferación y diferenciación de una sola célula madre a un grupo de fibras musculares no es un proceso tan sencillo. Se requiere un conjunto estricto de condiciones controladas para fomentar dicho crecimiento y transformación, así como para evitar que las células se desarrollen en otro tipo de tejido o simplemente mueran en la placa de Petri.

La mayoría de estos factores de crecimiento y de estimulación se derivan actualmente de algo conocido como suero fetal bovino (FBS, siglas en inglés). El suero fetal bovino  es una muestra enriquecida de sangre extraída de los fetos fallecidos de ganado vacuno o lechero sacrificado.4 Por lo tanto, si bien la carne en sí no proviene directamente de un animal criado de forma intensiva y sacrificado de manera inhumana, la carne cultivada probablemente no cumplirá con los estándares éticos de aquellos que optan por no comer carne por razones de bienestar animal, hasta que los investigadores identifiquen un medio alternativo para favorecer un  crecimiento y diferenciación sin depender del suero fetal bovino.

EL COSTE AMBIENTAL DE LA CARNE DE LABORATORIO

Si bien se cree que las emisiones de efecto invernadero de la agricultura animal representan alrededor de una cuarta parte de nuestras emisiones totales, la investigación realizada por la Oxford Martin School en 2018 y más tarde por el Programa Livestock Environmental Assessment and Performance (LEAP, Programa de Evaluación y Desempeño Ambiental del Ganado), descubrió que la carne cultivada en laboratorio no es tan limpia como parece. De hecho, las carnes cultivadas en laboratorio incluso pueden dar lugar a un mayor efecto de calentamiento del planeta a largo plazo en comparación con los enfoques agrícolas convencionales.5,6

Una de las principales preocupaciones en torno a la ganadería es la producción excesiva de metano de los animales. El metano es uno de los gases más responsables del efecto invernadero y más potente en comparación con el dióxido de carbono. En las primeras dos décadas tras su emisión, se estima que el metano soporta hasta 84 veces más calor que el dióxido de carbono.7 Con solo una fracción de la cantidad de ganado necesaria para producir la misma cantidad de carne, las emisiones de metano se reducirán considerablemente. Sin embargo, el problema radica en el hecho de que el proceso de crecimiento en el laboratorio sigue utilizando mucha energía. A menos que los laboratorios y las fábricas cambien a energías renovables en lugar de las fuentes de energía convencionales basadas en carbono de las que actualmente dependen por completo, el dióxido de carbono emitido permanecería en la atmósfera cientos de años más allá del metano, lo que podría conducir a un mayor efecto de calentamiento global.5,6

¿MERECE LA PENA?

Con la capacidad de reproducir la carne de ganado con mayor precisión que cualquier otro producto en el mercado, las alternativas cultivadas en laboratorio tienen el potencial de revolucionar nuestros hábitos de consumo. Sin embargo, hasta que se superen los problemas relacionados con la ética y la energía, la carne cultivada en laboratorio no podrá llenar el vacío en el mercado para el que ha sido diseñada. Dicho esto, muchas empresas que desarrollan estos productos se han comprometido en el futuro a avanzar hacia las energías renovables, y una de las mayores áreas de investigación en este campo se centra en el desarrollo de una alternativa libre de animales. Sin embargo, una cosa que todavía no acaban de explicar las compañías es cuándo y dónde planean lanzar sus productos, aunque podríamos estar a solo un paso de poder comprar productos animales cultivados en laboratorio, libres de crueldad y respetuosos con el planeta.

¿Probarías carne cultivada en laboratorio para reducir tu consumo de productos animales si pudiera hacerse de una forma energética más eficiente? ¿Crees que las alternativas basadas en vegetales son lo suficientemente buenas? ¡Queremos saber tu opinión!

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